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A las tarántulas les gusta acechar
Esperarte entre las sábanas
y las almohadas y bajo la cama
Se las arreglan para volverse
uno con las sombras
de las horas nocturnas más fatales
Esperan pacientes
con estrategias marciales
por el perfecto momentum
El preciso instante
de la sorpresa paralizante
al descubrirles cara a cara
saltándote a la cara
Y entonces, aunque despiertes
Sabes y saben que sabes
que son inmortales
Que no son sólo sueños recurrentes
Pues anidan y crecen y crecen
en las cavernas más profundas
del subconsciente
Porque saben que sabes
que sus rostros son los rostros mismos
del Ángel de la Muerte
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